
Con una vasta experiencia en educación diferencial, psicopedagogía y liderazgo educativo, Millaray del Carmen Moraga Vargas llega a la escuela con un claro propósito: fortalecer el vínculo entre estudiantes, docentes y familias, haciendo de la comunidad escolar un espacio de contención y crecimiento.
Desde sus primeros días en el colegio, ha destacado por su enfoque cercano y su convicción de que la educación es un trabajo conjunto. En esta entrevista, nos comparte su trayectoria, sus primeros desafíos en el cargo de Coordinadora de Apoyo y su mensaje para la Comunidad Educativa Pastoral.
"Siempre supe que mi vocación era estar cerca de los estudiantes"
— Maestra, cuéntenos un poco sobre su trayectoria académica y profesional.
Mi formación es amplia porque siempre he sentido la necesidad de seguir aprendiendo. Soy profesora en educación diferencial, con mención en déficit intelectual y trastorno específico del lenguaje, además de psicopedagoga de profesión. También he realizado dos magísteres, uno en gestión y liderazgo educativo y otro en docencia para la educación superior, junto con varios postítulos en orientación, docencia y liderazgo educativo.
En cuanto a mi experiencia, trabajé como coordinadora de práctica de pedagogía en la Universidad de La Serena, supervisando a futuros docentes y acompañando sus primeros pasos en el aula. Además, he trabajado en colegios como orientadora, un rol que siempre me ha apasionado porque permite guiar y apoyar a los estudiantes en su desarrollo personal y académico.
— ¿Cómo nació su vocación por la educación?
Desde siempre supe que mi llamado era la educación. De hecho, en mi juventud estuve cuatro años en un vocacional con las Misioneras Catequistas de la Sagrada Familia, porque pensaba que mi misión estaba dentro de la vida religiosa. Pero con el tiempo me di cuenta de que mi vocación no era estar dentro de la casa parroquial, sino en contacto directo con los jóvenes, acompañándolos en su crecimiento.
El desafío de construir comunidad
— ¿Qué la motivó a postular a este colegio?
Desde el momento en que conocí la descripción del cargo, sentí que se alineaba completamente con lo que busco en mi vida profesional y personal. Además, ya conocía el colegio porque, en mi rol de supervisora de prácticas, tuve la oportunidad de visitar a algunos docentes aquí. Me gustó mucho el ambiente y el enfoque de trabajo.
Pasé por varias etapas de selección, incluyendo entrevistas en Santiago y con la rectora, hasta que finalmente fui seleccionada.
— Ahora que lleva algunos días en la escuela, ¿cómo ha sido su experiencia hasta el momento?
Ha sido una experiencia maravillosa. Lo que más me ha impactado es el ambiente de familia que se siente en cada rincón del colegio. No es algo común en todas las instituciones. Aquí, desde el primer día, sentí una calidez especial y un profundo respeto entre docentes y estudiantes. Eso hace una gran diferencia a la hora de trabajar en equipo.
Metas y desafíos para este año
— ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrentará en su rol como Coordinadora de Apoyo?
Son muchos, pero el principal es asegurarme de que los profesores jefes sientan que tienen un respaldo en su labor. Quiero que sepan que cuentan con una coordinación que estará allí para apoyarlos en todo momento.
Además, mi objetivo es que los estudiantes sepan que tienen una orientadora en quien confiar, alguien que puede ayudarlos en diferentes ámbitos: vocacional, socioemocional y familiar. Para eso, será clave trabajar en conjunto con la trabajadora social y el equipo de apoyo, para generar estrategias efectivas de intervención.
— ¿Cómo se plantea este primer año en el cargo?
Me gusta trabajar con metas concretas. La primera será alinear completamente el trabajo con el plan de gestión del colegio, asegurando que todo esté documentado y organizado. De ahí en adelante, la idea es cumplir objetivos paso a paso, asegurando que a fin de año hayamos avanzado significativamente en cada área.
"El amor por los jóvenes debe verse reflejado en nuestro trabajo"
— ¿Qué mensaje le gustaría entregar a la comunidad educativa?
Creo que lo más importante es que nos acompañemos y nos veamos como una gran familia. Si logramos construir ese sentimiento de pertenencia y apoyo mutuo, podremos superar cualquier desafío.
En la vida escolar hay momentos difíciles, pero siempre debemos recordar que las familias están ahí en todo momento, en las alegrías y en las dificultades. Lo mismo ocurre en el colegio: estamos aquí para sostenernos, para apoyarnos y para crecer juntos.
— Para usted, ¿qué es lo más importante en el trabajo con los jóvenes?
El amor. El amor por los estudiantes debe ser el motor de nuestro trabajo. No basta con enseñar o cumplir un horario. Debemos estar atentos a cómo se sienten, cómo están en sus hogares, qué necesitan. Si no tenemos esa vocación, simplemente nos convertimos en autómatas.
Yo siempre digo: "Mis estudiantes son como mis hijos". Me importa su bienestar, su felicidad y su futuro. Y ese es el compromiso con el que asumo este desafío.
Con un equipo sólido y una visión clara de su labor, la maestra Millaray comienza su camino como Coordinadora de Apoyo, con la firme convicción de que la educación es un acto de amor y acompañamiento. ¡Bienvenida a la Comunidad Educativa Pastoral!